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viernes, 8 de noviembre de 2013

Redactamos

          Hoy, de nuevo, volvemos con una redacción, una buena muestra del quehacer de nuestros alumnos, en este caso de un 1º de E.S.O. y está bien porque el esfuerzo es aun mayor cuando se trata de alumnos tan pequeños y que se incorporan a nuestro centro en este Curso Escolar y ya prometen con su trabajo y tesón.

                                  La chica sin sentimientos

                                                  Ginés Mulero Vilar 1º E.S.O.-D.


                        Esta historia comienza en una ciudad llamada Florilla. En esta ciudad solo vivía la gente poderosa, y en una de esas casas tan ricachonas vivía Virginia. Virginia tenía la familia más rica, Virginia era una chica de cabellos rubios como el sol naciente y ojos  azules como el inmenso mar.
                        Todos sus amigos se referían a ella con el mote de “La Chica Sin Sentimientos”. Este mote era debido a que ni reía, ni lloraba ni mostraba signos de cualquier sentimiento.
Era hija única y sus padres pasaban la mayor parte del tiempo fuera. Rodeada de lujos y de criados que se preocupaban por sus necesidades, le faltaba el cariño y el apoyo de las personas más importantes para ella. Tenía un sicólogo, eso sí, para cuando se ponía triste y agobiada.
                        Cuando sus padres fallecieron de forma inesperada ella se quedó sola. Y después de diez años sola, decidió adoptar a un niño de un orfanato de la ciudad más próxima.



                               Cuando Virginia entró en el orfanato, respiró un aire triste.
                        Le atendieron dos trabajadoras de carácter apático. Después de mucho papeleo y muchas condiciones, le correspondió un niño africano de siete años de edad. Cuando Virginia llegó a casa con el niño, él parecía muy triste, porque su hermano menor y sus amigos no tuvieron su suerte.
                            Con el paso de los años y la difícil tarea de criar a ese niño, Virginia comenzó a  tener sentimientos, y años más tarde, Virginia conoció el sentimiento de la alegría y el de la tristeza.
Tan profundos fueron esos sentimientos que Virginia acabó fundando una ONG de adopción de niños, a la que le puso el nombre de su hijo.
                               Al fallecer Virginia, toda la herencia fue para su hijo, ya que no tenía a nadie más, y fue él quien llevó a la ONG a su cumbre. También ganó el premio Nóbel de la Paz y dejó el nombre de esta familia en lo más alto.                                        

2 comentarios:

Cristina Davó Rubí dijo...

Una bonita historia que nos demuestra que la riqueza no da la felicidad y que vivir plenamente conlleva lo bueno y lo malo.
Enhorabuena a Ginés por su capacidad de escritura y de expresión.

Isabel Pérez Martínez dijo...

Ginés, me gustó tu historia cuando la leí y por eso te propuse compartirla con los demás.
Sigue demostrando día a día, con tu esfuerzo y dedicación, cuánto deseas aprender.
Gracias.
Un abrazo.
Isabel.