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lunes, 5 de agosto de 2013

Calendario literario



Tal día como hoy, nació




(1850) Henry René Albert Guy de Maupassant, escritor de cuentos francés. Son destacables sus cuentos de terror, género en el que está a la altura de Edgar Allan Poe. Son obras suyas “¿Quién sabe?”, “La noche”, o “El Horla”, uno de sus relatos de terror más conocidos.  
      Cuenta la historia de un hombre que enloquece a causa de la invasiva presencia de un doble maligno, fue publicado inicialmente en octubre de 1886 en la revista Gil Blas, en la que Maupassant colaboró con asiduidad.
Os dejamos el comienzo por si os parece interesante y al final, una dirección para que lo leáis completo si es que despierta vuestro interés.


El Horla
Guy de Maupassant
8 de mayo
¡Qué hermoso día! He pasado toda la mañana tendido sobre la hierba, delante de mi casa, bajo el enorme plátano que la cubre, la resguarda y le da sombra. Adoro esta región, y me gusta vivir aquí porque he echado raíces aquí, esas raíces profundas y delicadas que unen al hombre con la tierra donde nacieron y murieron sus abuelos, esas raíces que lo unen a lo que se piensa y a lo que se come, a las costumbres como a los alimentos, a los modismos regionales, a la forma de hablar de sus habitantes, a los perfumes de la tierra, de las aldeas y del aire mismo.
Adoro la casa donde he crecido. Desde mis ventanas veo el Sena que corre detrás del camino, a lo largo de mi jardín, casi dentro de mi casa, el grande y ancho Sena, cubierto de barcos, en el tramo entre Ruán y El Havre.
A lo lejos y a la izquierda, está Ruán, la vasta ciudad de techos azules, con sus numerosas y agudas torres góticas, delicadas o macizas, dominadas por la flecha de hierro de su catedral, y pobladas de campanas que tañen en el aire azul de las mañanas hermosas enviándome su suave y lejano murmullo de hierro, su canto de bronce que me llega con mayor o menor intensidad según que la brisa aumente o disminuya.



¡Qué hermosa mañana!
A eso de las once pasó frente a mi ventana un largo convoy de navíos arrastrados por un remolcador grande como una mosca, que jadeaba de fatiga lanzando por su chimenea un humo espeso.
Después, pasaron dos goletas inglesas, cuyas rojas banderas flameaban sobre el fondo del cielo, y un soberbio bergantín brasileño, blanco y admirablemente limpio y reluciente. Saludé su paso sin saber por qué, pues sentí placer al contemplarlo.

Para seguir leyendo: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/maupassa/horla.htm


 



1 comentario:

Cristina Davó Rubí dijo...

La presencia de ese ente, al que el protagonista llama "El horla", lo conducirá a una espiral de locura; a la vez que provocará una gran inquietud en el lector.
Maupassant, otro imprescindible de la Literatura Universal.