Ayer no queríamos dejar de festejar junto a nuestros alumnos bilingües el Día de Acción de Gracias, y rescatar su historia, aunque al mismo tiempo, no queríamos olvidar una feliz celebración, recordar que este mismo día, 29, venía al mundo una de las narradoras norteamericanas más populares de todos los tiempos.
Para Aída, que leyó Mujercitas cuando era una niña.
Louise May Alcott
Nacía
el 29 de noviembre de 1832, en Germantown (Pensilvania), escritora
estadounidense de libros juveniles, a quien todo el mundo conoce por su novela Mujercitas.
Fue
la segunda de las cuatro hijas de Bronson y Abigail Alcott, educador y filósofo
y, a su vez, utópico soñador, lo que propició que las riendas de su casa las
tuvieran que llevar la joven y su madre. La vida familiar de Louise May la
condicionó en toda su obra, creando situaciones intimistas sobre la felicidad y
la lealtad familiar.
Empezó a trabajar desde muy joven como maestra,
costurera e institutriz, para ayudar a la economía familiar. Enfermera
voluntaria durante la Guerra
de Secesión lo que la hizo contraer unas fiebres tifoideas de las que se
resentiría toda la vida.
Su
vocación literaria empezó con sus diarios y escribió su primer libro, Flower
Fables (1854) con 23 años, una colección de cuentos dedicados a la hija de
un amigo. Su primera novela, Larga y fatal persecución del amor, se
publicaría en una revista, pero no lograría el beneplácito de una editorial
hasta 1995.
Con 35 años, en 1867, logró que la editaran su
primera novela, pero el éxito la llegaría más tarde, con la novela Mujercitas
(1868-1869),
una historia que guarda un gran parecido con la biografía de la propia autora,
que se vería reflejada en el papel de Jo, la segunda de la hermanas que, como
la autora, tenía vocación literaria. El libro se escribió por sugerencia de su
padre, quién le aseguró que este tipo de historias tendría una gran acogida
entre el público joven.
Ella no tenía mucha confianza, pero la necesidad
económica la llevó a escribirlo sin mucha fe en el proyecto. Louise echó mano
de sus recuerdos adolescentes y, tras un severo retoque editorial, la novela se
convirtió en un gran éxito mundial, habiéndose llevado al cine en, al menos,
dos ocasiones y a la televisión en forma de telefilmes e, incluso, series de
dibujos animados.
El editor de la novela la animó a
continuar alimentando el éxito de la novela con una segunda parte, Aquellas
mujercitas. También vendría Hombrecitos, para la que utilizó a
sus sobrinos en busca de inspiración, de la que también llegaría una segunda
parte, Los muchachos de Jo. Siguió escribiendo novelas juveniles en
esta línea, de las que el público nunca se cansó.
A pesar de que su salud empeoraba, siguió
escribiendo hasta el momento de su muerte, acaecida en Boston, el 6 de marzo de
1888. Las secuelas de las fiebres contraídas durante la guerra, terminaron con
su vida el mismo día en que su padre fue enterrado.
Así empieza el Capítulo I:
Navidad no será Navidad sin regalos -murmuró Jo, tendida
sobre la alfombra.
- ¡Es tan triste ser pobre! -suspiró Meg mirando su vestido
viejo.
-No me parece justo que algunas muchachas tengan tantas
cosas bonitas, y otras nada -añadió la pequeña Amy con gesto displicente.
-Tendremos a papá y a mamá y a nosotras mismas dijo Beth
alegremente desde su rincón.
Las cuatro caras jóvenes, sobre las cuales se reflejaba la
luz del fuego de la chimenea, se iluminaron al oír las animosas palabras; pero
volvieron a ensombrecerse cuando Jo dijo tristemente:
-No tenemos aquí a papá, ni lo tendremos por mucho tiempo.