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martes, 20 de noviembre de 2012

Caprichos del chocolate

       
La lectura con los alumnos de 1º de ESO de un fragmento de Charlie y la fábrica de chocolate, de Roald Dahl (1916-1990), ha sido la excusa perfecta para curiosear e indagar un poco acerca de este manjar milenario, auténtico capricho para el paladar, -afirma nuestra spanish teacher, Isabel Pérez Martínez, autora de la pequeña historia que ahora podemos leer a continuación-.



El término chocolate procede de la voz azteca 'xocoālt' y, aunque aún hoy día existen varias teorías sobre el origen exacto de este alimento, lo que parece indiscutible es que este procede de México y que su descubrimiento y difusión corrieron a cargo de las ancestrales civilizaciones mayas y aztecas. El consumo de este producto en aquel momento estaba restringido a las clases “más elevadas”, no en vano al árbol del cacao (Theobroma cacao) se le conoce con el nombre de “alimento de los dioses”. Y es que, según la leyenda, el del cacao era el árbol más grandioso entre todos los del paraíso azteca y a él se le atribuían múltiples cualidades curativas además del poder de proporcionar sabiduría y virtud.


Cuenta la historia que el emperador azteca Moctezuma -muy aficionado al consumo de este alimento- se lo ofreció al conquistador español Hernán Cortés (1485-1547) en un vaso de oro para halagarlo en una de sus visitas y, casi de inmediato, este quedó prendado de su original y extraordinario sabor (en aquel entonces se servía como bebida fría, tenía un gusto amargo y estaba mezclado con algunas especias como la pimienta). Tanto fue así que a la vuelta de uno de sus viajes, allá por el año 1528, Cortés trajo consigo las semillas y todos los instrumentos necesarios para preparar la bebida.

Imágenes del pueblo maya

               El emperador Carlos V apreció enseguida sus cualidades y dio su visto bueno para la inclusión del producto en la vida palaciega (unos años antes, Cristóbal Colón intentó hacer lo mismo al presentarles las semillas de cacao a los Reyes Católicos pero estos las rechazaron por no apreciar su extraño sabor).
Una vez el cacao estuvo dentro de nuestras fronteras, fueron los monjes españoles los encargados de transformar y perfeccionar la receta sustituyendo su amargor inicial -muy poco apreciado por el paladar de las damas de la corte- por un sabor más dulce y agradable obtenido gracias a la mezcla de miel, azúcar de caña, vainilla, canela y otras especias. Tan exitoso fue el resultado que la corte española consiguió guardar en absoluto secreto la receta por más de un siglo.

          Pero con el paso del tiempo el secreto fue desvelado y este codiciado manjar se extendió por el resto de Europa. Francia, Italia o Inglaterra también descubrieron y apreciaron las cualidades del cacao y tomar chocolate se convirtió en un signo de elegancia y distinción más allá de nuestras fronteras. En esta época aún su consumo era propio solo de la aristocracia y la realeza debido a los desorbitados impuestos que había que pagar para poder adquirirlo (Inglaterra estableció un impuesto que le otorgaba al chocolate un precio de ¾ de su peso en oro).

         Años después, ya entrado el siglo XIX, el consumo de chocolate comenzó a extenderse y a hacerse más popular, se incrementaron y evolucionaron las variedades y combinaciones que utilizaban el cacao como materia prima y, gracias a la maquinaria y al proceso industrial, el chocolate empezó a transformarse y a parecerse mucho más al concepto actual que nosotros tenemos de él.
           Grandes empresarios, cuyos nombres seguimos reconociendo hoy día en las principales marcas de chocolate del mercado, fueron los encargados de mejorar, perfeccionar y adaptar el producto a formatos más novedosos y originales. Por ejemplo, al holandés C. Van Houten le debemos el invento de la prensa hidráulica aplicada al cacao, origen del chocolate en polvo; el suizo Rodolphe Lindt se preocupó por dar al producto una consistencia más sólida, origen de las actuales tabletas de chocolate y los suizos Daniel Peter y Henry Nestlé fueron los precursores del chocolate con leche, el preferido por la mayoría de la población.

              Ya en nuestros días, este alimento divino se ha convertido en uno más de la familia. Muy pocos se resisten a darse un capricho y, en forma de bebida, en tableta, en helado, en bombones o en turrón, el chocolate es uno de los dulces preferidos por niños y adultos.
Pero no solo eso, también es un aliado perfecto para la cosmética actual y productos como los jabones, mascarillas y demás ungüentos de chocolate forman parte de la “chocoterapia”, un novedoso tratamiento estético encaminado a mejorar nuestro bienestar y nuestra salud. Antioxidante, antidepresivo, antiestrés… y, además, según recientes estudios, si lo consumimos en su variedad más amarga, ¡con escasas calorías! Por otro lado, de sus propiedades energéticas no duda ya casi nadie y, según cuenta la historia, el mismísimo Napoleón Bonaparte lo tomaba cuando necesitaba recuperar la energía perdida en el campo de batalla. Posteriormente, en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados norteamericanos popularizaron y extendieron su consumo al atribuirle similares propiedades energéticas.
Ni siquiera nuestro refranero se ha podido resistir a esta dulce tentación y son muchos los dichos populares que han surgido utilizando este término. Como curiosidad, aquí se recogen algunos:

-         Las cosas claras y el chocolate espeso, aludiendo a que durante un tiempo hubo una lucha entre quienes preferían el chocolate más claro y aquellos que lo preferían espeso, acabó triunfando este último.
-         Ni amor reanudado ni chocolate recalentado, al igual que en la mayoría de relaciones las segundas oportunidades no suelen salir bien, el chocolate que se ha enfriado no admite volverse a calentar.
-         Chocolate frío, échalo al río, haciendo referencia a que es mejor tomar esta bebida antes de que se enfríe pues se aprecian mejor sus propiedades.
-         El chocolate del loro, esta expresión quiere decir que proponemos un ahorro insignificante, recordando a cierta familia aristocrática que, para ahorrar, decidió prescindir del chocolate que le daban al loro.
-         Invierno: buen tiempo para el herrero, el panadero y el chocolatero, nuevamente se refiere a la preferencia de tomar esta bebida caliente para templar el ánimo y contrarrestar el frío.

Si algo he aprendido de mis mayores es que los refranes siempre tienen un poco de razón, por lo tanto y  para combatir las frías tardes de invierno que tenemos por delante, no se me ocurre mejor forma que con una buena taza de chocolate y una grata lectura.


                                                     ¡Buen provecho!
                                                  
 




7 comentarios:

Cristina Davó Rubí dijo...

Deliciosa entrada que nos abre el apetito en esta tarde otoñal y que amplía nuestro conocimiento sobre el chocolate en todas sus perspectivas.
A ver quién puede ser ajeno al influjo de este producto, que es algo más que un alimento.

Anónimo dijo...

¡Qué bueno!
Chocolate calentito para las tardes de invierno, un poquito de chocolate negro después del pestañeo.
Bendita la hora en que lo trajo Cortés, aunque en ese momento amargara.
Mª Ángeles.

Lucía dijo...

¡Joder! He estado salivando durante toda la lectura. Muy interesantes estas curiosidades, lo que más me ha gustado es la desmitificación del chocolate como enemigo de una dieta sana y equilibrada. Mi chocolate preferido es el negro al 70% porque mantiene un leve amargor del chocolate puro, aunque también me atrevo con él.

Anónimo dijo...

Mmm!que ambre me ha entrado. Antes no sabía que el cacao procedía de Mexico ni que tenía funciones curativas pero ahora que he leido este texto ya lo se.Gracias a Hernán Cortés, podemos saborear esta deliciosa comida.
Antonio David García Parra
1ºB

Adrian dijo...

Que grande Hernan Cortés`por haber traido el chocolate . Has hecho muy feliz a mucha gente.Y que gran documento , muchas gracias por la información profesora de lengua . Adrián Carrillo Fuentes 1ºB

Anónimo dijo...

Que hambre me ha entrado leyendo el artículo. De repente me apetece mucho comer chocolate. Muy buen artículo profesora. Gran trabajo de Hernan Cortés. Elena Gómez García. 1ºB

Anónimo dijo...

Me ha encantado el artículo, viene muy bien explicado y ha sido muy interesante. No sabía muchas cosas del chocolate, pero ahora ya se un montón. Muchas gracias profesora por hacer el artículo.
Lorena Ayén Galera. 1ºB