Rafael Castillejo
emite de noche, mucho
más. Pero no voy a hablar de la serie porque lo realmente curioso fue lo que
sucedió en mi castizo y zaragozano barrio de Torrero justo el día del último
episodio, el del desenlace y aclaración del misterio de aquel fantasma que, en
estos tiempos, puede que no diese miedo ni a un niño de cuatro años. Como
decía, esa noche precisamente, en el momento del comienzo, todo el barrio se
quedó sin suministro eléctrico. Resultó ser debido a una avería que no pudieron
solucionar hasta bien entrada la madrugada del día siguiente. Tal desencanto me
produjo el incidente que no tuve ganas ni de preguntar después por el final de
la serie. Hoy, hasta en Internet puede encontrarse.
Comienza la acción de este telefilme insólito, de
más de cuatro horas de duración, en el marco de un París presentado como
territorio feérico, donde una visita al Rastro conduce sin que se sepa muy bien
cómo hasta el refugio de un anciano que atesora noticias insólitas de hechos
inexplicables metiditos los recortes de prensa en latas de conserva
precintadas: inmejorable prólogo para introducirnos en un mundo paralelo
semejante al cotidiano, trascendido por el misterio y prodigio.
Desfilan en El Fantasma del Louvre una serie de personajes extraños en
torno a un espectro negro, vacío, hierático y sin rostro que aparece por las
noches en la sala del museo que alberga la estatua del olvidado dios
Belphegor. Como es de rigor, el fantasma surge y se desvanece sin dejar rastro,
matando de paso a algún que otro guardia nocturno y recibiendo como si tal cosa
impactos de bala que le dejan tan pancho.
Espectro que no es sino marioneta en manos de una
secta sin escrúpulos gobernada por Lady Gramófono, vieja solitaria jefa de
bandidos y criminales víctima con el tiempo de su propia maldad. Un
enamorado que duda entre dos mujeres, una señora de esas que llaman fatal
encarnada por la musa existencialista Juliette Greco, un espectro de
figura tenebrosa y rostro de cuero que pone los pelos de punta en cada una de
sus contadas apariciones, un comisario de policía y un romance imposible jalonan
canónicamente la acción.
1 comentario:
Vaya historia, que pena que tuviera que irse esa noche la luz.
Rubén Ayén Galera 1ºBHCS-B
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