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lunes, 20 de enero de 2014

Hoy leemos...



Veinte mil leguas de viaje submarino
Julio Verne



          Cuando Verne ideó la construcción del Nautilus, escribió a Hetzel, su editor y amigo: «Le aseguro que su arca estará mejor equipada que la de Noé». Verne, que había visitado ya los centros de la Tierra y del aire, quiso bajar a los abismos del mar. Imaginó un personaje épico, el atormentado capitán Nemo, un sabio desengañado de la raza humana, que se mueve por una de esas obsesivas reivindicaciones tan típicas de la novela de aventuras: la justicia implacable, no exenta de venganza, y la humillación del adversario.




Los personajes
          El capitán Nemo es un héroe romántico: misterioso, entusiasmado por el ideal de la libertad, orgulloso de sí mismo y de su capacidad inventiva. Quiere vivir aislado, pero no es capaz de abandonar totalmente al resto de seres humanos. Su afán de soledad está simbolizado en su nombre: Nemo significa en latín «nadie».
              El profesor Pierre Aronnax es un sabio que no lo sabe todo, de ahí su gran curiosidad, su capacidad de admiración por todo cuanto desconoce, su deseo de que los conocimientos del capitán Nemo no se pierdan.



                                                                                                                                                                                                 Madrid, Anaya, 2005; 168 págs. 9,80 €

 

2 comentarios:

Cristina Davó Rubí dijo...

Un clásico que sigue atrapando en sus páginas a lectores de todas las edades.

Pepe (yá sabes quién) dijo...

Debía de haber comentado antes, pero... llevo más de una semana pensando qué decir.
Fue el primer libro completo que leí. No es un libro fácil de leer, lo reconozco, si bien la historia que cuenta es sencilla y archiconocida.
Es FABULOSO, ENORME, FANTÁSTICO,... no tengo palabras para decir lo que me gusta éste libro (quizás, porque fue el primero, no sé). Y me entristece que a la mayoría de los alumnos de ahora no les guste, o no lo terminen. No voy a decir nada.
Léanlo, que a pesar de ser de otro siglo, tiene permanente validez.