La cuna de la humanidad a punto de quedar inhabitable
En
Kenia se halló “El niño de Turkana”, el esqueleto completo de un niño que
falleció hace 1,6 millones de años, el más antiguo jamás encontrado. El cambio
climático y el desarrollo de grandes proyectos de infraestructuras amenazan la
supervivencia del ecosistema y las comunidades de la remota región de Turkana,
considerada una de las cunas de la
Humanidad, en el noroeste de Kenia.
El
lago Turkana está en peligro de desaparecer, y con él, la salud y los medios de
vida de las comunidades que viven en la región.
Los
pastos y recursos hídricos de Turkana, el lago permanente en un entorno
desértico más grande del mundo y fuente de sustento de 300.000 personas,
podrían verse reducidos por el cambio climático, con consecuencias nefastas
también para la seguridad en esta volátil región keniana.
La
organización Human Rights Watch (HRW) hizo público su informe “No queda tiempo:
Cambio climático, amenazas medioambientales y derechos humanos en Turkana”. El
documento alerta de las dificultades que tendrá el Gobierno de Kenia para
asegurar el acceso al agua y la comida, y garantizar la salud y la seguridad en
Turkana, si no modifica su legislación nacional y consigue un mayor apoyo
internacional.
Esta
árida región del interior de Kenia es conocida por el hallazgo de “El niño de
Turkana”, el esqueleto completo de un niño que falleció hace 1,6 millones de
años, el más antiguo jamás encontrado.
Con
sus limitados recursos, Turkana es ejemplo de cómo el cambio climático, con el
aumento de las temperaturas y el cambio de los patrones de lluvias, afecta de
forma desproporcionada a una población ya de por sí vulnerable.
La
combinación de cambio climático, desarrollo a gran escala y crecimiento de la
población supone una gran amenaza para el pueblo de la región de Turkana.
Cambio
Climático
Entre
1967 y 2015, las temperaturas máximas y mínimas en Turkana subieron una media
de entre 2 y 3 grados, mientras que el patrón lluvioso ha cambiado: la
temporada de lluvias larga se ha acortado y es más seca, mientras que la corta
dura más tiempo y es más húmeda.
Cuando
las tierras de pasto disminuyan, la inseguridad y el conflicto en esta región,
donde los choques entre comunidades son frecuentes, se acrecentarán,
advirtieron desde HRW.
Al
mismo tiempo, los proyectos hidroeléctricos y de irrigación de plantaciones de
azúcar que se están desarrollando en el valle del río Omo en la vecina Etiopía
amenazan con reducir los niveles de agua en el lago Turkana hasta mermar sus
bancos de peces.
En
Turkana viven 1,2 millones de personas, en su mayoría pastores de cabras y
pescadores que se encuentran entre los kenianos más pobres.
Los
residentes de esta región, que sufre sequías cíclicas, tienen tantas
dificultades para obtener agua que su supervivencia peligra casi a diario.
Mujeres
y niñas caminan largas distancias para cavar pozos en los cauces secos de los
ríos; los niños enferman porque no tienen comida ni agua limpia para beber o
lavarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario