Así
podía leerse en muchos establecimientos donde se vendía vino, bebidas gaseosas,
sifones, etc. Aquello quería decir simplemente que, al comprar una nueva
gaseosa o sifón, se descontaría el precio del casco (envase) procedente de la
adquisición anterior, lo cual en aquellos tiempos en que a las cosas se les
daba el auténtico valor que tenían, era muy importante para la economía familiar. De
paso, se suprimía generar basura contribuyendo a lo que hoy se llama
sostenibilidad del planeta. Esta mañana, de camino a la cafetería donde
desayuno los domingos, una preciosa mañana otoñal me saludaba por un lado
mientras por el otro se lamentaba de algunos puntos oscuros producto de una
noche de botellón donde los envases de plástico y cristal, enteros o rotos,
afeaban lamentablemente el paisaje. Qué pena. Menos mal que también somos
muchos los que procuramos ayudar a reciclar o reutilizar las cosas.
Curiosamente, los que menos ensuciamos, somos los que pagamos más impuestos.
Hasta mañana. Rafael Castillejo, a 4 de octubre de 2015. www.rafaelcastillejo.com
Rafael Castillejo tiene tanta razón que no podemos resistirnos a copiar su texto, y su ilustración.
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