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sábado, 3 de mayo de 2014

Calendario literario

          Hoy no recomendamos nuestra cita habitual de los sábados, "De cómo éramos" porque la ocasión lo merece, y nuestro respeto, también.

Hoy hubiera cumplido 100 años
          Martín de Riquer Morera (Barcelona, 3 de mayo de 1914 -  17 de septiembre de 2013), fue un medievalista español, doctor en Filología Románica y especialista en literatura trovadoresca, llegó hasta los curiosos y longevos 99 años.


          Amante de El Quijote, pero también Tirant lo Blanc y  del artúrico Perceval.
La de Riquer, como la del propio Quijote, fue una vida marcada. A pesar de haber cursado comercio, el miembro de la decimoséptima generación de una familia de alto linaje, solo podía dedicarse a los clásicos de la literatura, a los que llegó desde la colección Araluce titulada Los clásicos al alcance de los niños, regalo de Reyes. Eso explicaría su incursión a principios de los años 30, con un sentido del humor agudísimo, en las letras, con obras de teatro como El triomf de la fonética o, en 1934, el que sería su primer gran trabajo filológico, L’humanisme català


          La Guerra Civil le pilló, claro, en una biblioteca, la del Ateneu Barcelonès. En los primeros meses, se colocó en el servicio de salvamento de Archivos de la Generalitat y desempeñó una labor discreta y eficaz, como todo en él. Pero en octubre de 1937 decidió pasarse al bando franquista. Con la Divina comedia a cuestas, fue serpenteando por una guerra en la que al final acabó perdiendo parte del brazo derecho. Su regreso a Barcelona fue como delegado del Servicio de Propaganda de Falange. Solo necesitó un año, 1941, para encaminar su destino: se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, donde se quedó como profesor. Nueve años después ya era catedrático, y en 1965, miembro de la Real Academia. Ante ellos fue desgranando su trabajos, impecables, sobre los trovadores (en 1948 y ampliado en 1975). Sobre Tirant lo Blanc, pero sobre todo fue autor de una memorable edición del Quijote (1944) y el estudio Para leer a Cervantes (2003), que sostenía que el Quijote era una novela de aventuras cómicas escrita por un competente lector de libros de caballería. También trabajó el de Avellaneda y penetró en el círculo artúrico (Perceval o el cuento del Grial). Esa pasión por lo medieval le llevó a estudiar como pocos la heráldica catalana y castellana o a escribir la maravilla L’anrès del cavaller (1969). Hablando de los torneos medievales y la panoplia del caballero, entusiasta, no dudaba en inclinarse en su sillón para escenificar pormenorizadamente la manera en que el vencedor ultimaba a su oponente caído y cubierto con la armadura.




Sus ideas políticas no le impidieron granjearse la admiración de gente tan alejada ideológicamente como Manuel Vázquez Montalbán, que le rindió tributo en su última novela, a lo que Riquer respondió confesando que le hubiera divertido ser personaje de uno de los relatos policíacos del novelista, a ser posible... el asesino. Quizá porque seguramente igual consideraba a los escritores contemporáneos de novela negra como la especie literaria más parecida a un trovador del siglo XXI.
Reportajes de la Historia, Barcelona, El Acantilado, 2010 (en colaboración con Borja de Riquer), resulta un impresionante repaso por nuestra historia literaria/ social/ histórica y política

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Imprescindible para la Historia de la Literarura.
Mª Ángeles.

Cristina Davó Rubí dijo...

Martín de Riquer, no tan reconocido como mereciera en esta época de futbolistas, famosillos y demás "gente importante", pero siempre indispensable, inolvidable, para quienes hemos estudiado Literatura española y admiramos su erudición.